jueves, 30 de abril de 2009

Héroes 2da Temporada

Esto debí haberlo escrito días, varios de ellos. He terminado de ver Héroes 2da temporada. Finalmente nos enteramos que fue lo que sucedió aquella noche en la plaza Kirby cuando Peter y Nathan salieron volando al espacio y se vio la explosión en el cielo. Y ahora el tipo malo resultó ser otro, bueno dos, si consideramos que el virus “Shanti” era de los malos también. Al buen Sylar le tocó pasarse toda la temporada sin poderes, aunque eso no fue impedimento para que igual se pusiera a matar gente ¡Ah! Los hábitos son difíciles de controlar en ocasiones y existen personas a las que se les dificulta aun más, si a eso le sumamos el haber tenido superpoderes para luego carecer totalmente de ellos, la separación entre el status quo de ambas situaciones es demasiado grande: De Semi-Dios a simple mortal.

Resultó que el muchacho volador, West, no era de los chicos malos, sólo tenía miedo. Se cumplieron cabalmente las profecías pintadas en los cuadros, pero no como Noah pensaba. Y el que me desesperó fue el indeciso e inseguro de Mohinder Suresh. Cualquiera se lo cuentea lindo y bonito.

Hiro tuvo su historia aparte relacionada directamente con el malo, Adam (si les arruiné el final o la trama, lo siento) y con su amigo Ando. Termina en paz con su papá. A los Petrelli les tocan sus tragedias bien servidas y llegan a su clímax justo al final del último episodio de la temporada. Esto si no lo escribiré, les dejo el suspenso, si alguien desea saber que pasa, me escribe, me llama o me manda señales de humo y le cuento.

Al final está el inicio del tercer volumen: Villanos… Va a estar buena, Sylar recupera sus poderes. Sólo Dios sabe que ira a hacer ahora.

heroes 2 simbolo by uber

martes, 28 de abril de 2009

Cerditos Ensabanados (Pigs in Blankets)

American_pigs_in_blankets foto: Wikipedia

Aprovechando que está la palabra porcino en boca de todo mundo, voy a publicar una receta de entremés (aperitivo o botana) que se ve bien en las charolas, saca de un apuro y sobre todo es fácil y barato de preparar ¿Qué más se puede pedir?

Los ingredientes:

  • 1/2 Kilo de salchichas de vienna (de winies o como les digan por sus tierras)
  • 400 grs. de masa preparada de bisquick, o de los tubos que venden de masa para bisquets o croissants (como los de Pillsbury o de los que encuentren en el super). O pueden hacer la masa sencilla para pan que puse por aqui hace un tiempo, igual sirve.

Procedimiento:

  1. Contamos las salchichitas de vienna y dividimos la masa en un número igual de bolitas, salen como unas 25 ó 30.
  2. Tomamos una bolita de masa y en una superficie ligeramente enharinada la extendemos de forma rectangular con el rodillo hasta que tengo unos 5 cm de largo.
  3. Tomamos una salchichita y la colocamos en un extremo de la masa.
  4. Enrollamos y colocamos en una placa para hornear galletas.
  5. Repetimos hasta acabar con las salchichas.
  6. Horneamos a 175 grados centígrados por unos 2o minutos o hasta que estén dorados.
  7. Los sacamos del horno y dejamos enfriar unos 10 minutos.
  8. Servir acompañados de mostaza y catsup para que la gente le ponga al gusto.

¡Buen provecho!

Influenza Porcina

puerquito porcino

Estamos de nuevo en boca de todo el mundo. Y una vez más es por causas negativas. Ahora, a un irresponsable, malintencionado y desconsiderado virus, se le ocurrió dar el brinco de los cerdos a los humanos. Van 150 muertos y el número parece ir creciendo poco a poco. No sabemos a ciencia cierta los números reales, por supuesto que las teorías de conspiración contra el gobierno no se han dejado esperar y en mi inbox los primeros 65 mensajes son de información relacionada con la Influenza. Todos estamos tomando precauciones y todos esperamos que esto pase pronto. En los centros de trabajo, entre broma y broma, nadie saluda de mano, menos de beso. Los cines, centros comerciales y lugares públicos están desiertos. Las escuelas a todos los niveles estarán cerradas y la interrogante de donde dejar a los hijos para venir a trabajar es la mara en la frente de los padres y compañeros de jornada.

Todos estos factores tienen un efecto económico que apenas empezamos a sentir. El dólar ya se revaluó frente al peso y ahora ha subido de precio de manera lenta pero constante, con amenazadoras intenciones de llegar a los niveles de hace un par de meses donde estuvo a un poco más de 15 pesos por dólar. A las personas comunes y corrientes como yo, que no viven en la frontera (y que por supuesto no maneja inversiones en monedas extranjeras) esto puede parecer no afectarles de manera directa. Pero para los que vivimos aquí es cosa común y casi de cada semana hacer algunas compras en U.S.A. cruzar “al otro lado” por algunos artículos de diferentes necesidades, por ropa, por discos, equipo de cómputo, perfumes, etcétera. Y con estos movimientos financieros vemos como el poder adquisitivo en los Estados Unidos se ve minado día a día. Los motivos por los cuales uno consume del otro lado y no aquí son extensos, de raíces profundas, que podría resultar difícil de entender para los no residentes fronterizos. Eso es tema de otro post.

La influenza está ahora en el foco de atención de todo el mundo. En nuestras manos sólo está la prevención, acatar las indicaciones de las autoridades médicas y hacer cuanto esté a nuestro alcance para no enfermar. Por si acaso yo ya empecé a aumentar mi ingesta de vitamina A y C, uso tapabocas en el trabajo y ya no saludo a nadie estableciendo contacto físico.

Y recuerden que el hecho de comer puerco no implica que sean susceptibles de ser contagiados. Asegúrense de cocinar los alimentos provenientes de este animal por encima de los 71 grados centígrados. A esa temperatura todos los bichitos microscópicos que pudiese contener la carne se mueren y hacen seguro su consumo.

martes, 21 de abril de 2009

Campanas almendradas

Pilar Aguirre llegó respirando de manera muy agitada, con una botella de agua en la mano, utilizó la que le quedaba libre para retirarse de los oídos los auriculares de su reproductor de música portátil, se guardo los audífonos en la bolsita de su chamarra deportiva, abrió la botella y dio un gran trago de agua, mientras lo hacía veía de reojo a la pareja que discutía del otro lado de la acera saliendo del restaurante de su amiga Ximena, no se percató del letrero que estaba colgado de la banca donde se sentó esa mañana y que decía con letras mal pintadas a mano “Cuidado Pintura Fresca”, si lo hubiera hecho tal vez su historia sería diferente y no se encontraría este día en la iglesia recibiendo de las manos de César Fuentes el anillo de bodas que los uniría ante Dios y la sociedad por el resto de sus vidas delante de los veinticuatro invitados que les acompañaban el día de su boda. Una semana después de haberse conocido.

Todo había ocurrido de manera asombrosamente rápida. En un movimiento afortunado del destino ambos se encontraron en aquel parque esa accidentada mañana de primavera. El invierno acababa de ceder el escenario a la tardía primavera. El clima era más fresco este año que lo que Pilar recordaba como habitual. Extrañaba ponerse sus camisetas cortas, las faldas ligeras y las sandalias que tanto adoraba, deseaba de una vez por todas condenar a todos sus abrigos, chamarras, gorros y bufandas al encierro primaveral que año tras año tenían en el ático de su casa. Los días grises y nublados ya no estaban, pero el aire era aun muy ligero y fresco, haciendo necesario salir con sweters y chamarras ligeras para estar confortable.

Como todas las mañanas, cuando el clima era favorable, Pilar salía a correr un par de vueltas al parquecito que estaba cerca de su casa, cargaba en su reproductor de mp3 las canciones que le habían gustado durante la semana y con su botellita de agua salía respirando profundamente, lista a ejercitarse durante media hora antes de abrir el café donde trabajaba como repostera a un lado del restaurante de su amiga de la secundaria, Ximena.

Sintiendo el aire en sus mejillas mientras corría por el parque, Pilar pensaba en lo que haría ese día, por la noche, mientras veía un programa de televisión sobre la historia del chocolate, sola como de costumbre, se le había ocurrido hacer algo con chocolate y almendras. Su trote avanzando graciosamente por la acera y los corredores del parque marcaban el ritmo de las ideas. Cuando finalmente terminó las vueltas propuestas, su corazón latía fuertemente. Aspiraba aire profundamente para llenar rápidamente sus pulmones de oxígeno.

Vio la banca de reojo y dando un gran trago a su botella de agua se aproximó. Los gritos provenientes del otro lado de la acera, justo delante del restaurante de Ximena, llamaron su atención. Una joven pareja discutía acaloradamente. Él no paraba de caminar de un lado a otro y ella permanecía con los brazos cruzados, indiferente a los movimientos de su compañero y volteaba rápidamente para contestarle gritando que lo dejaría. Pilar, se secó de los labios unas gotas de agua que alcanzaron a escapar de la botella mientras su atención continuaba fija en ellas. De pronto, él paró de gritar y de moverse, le entendió los brazos a ella y la mujer le respondió el gesto. Después de un cariñoso beso se alejaron caminando abrazados como si nunca hubiera sucedido la discusión emanando un aura de amor total e incondicional.

Pilar permanecía parada frente a la banca, escuchando como su corazón se desaceleraba para volver a su ritmo normal mientras sus pensamientos seguían a la pareja que ya había desaparecido de su vista. Había permanecido sola ya por mucho tiempo desde su último rompimiento, y se convenció que no necesitaba una relación amorosa. Sin embargo, tenía ya un par de meses cuestionando su decisión. El trabajo le servía de válvula de escape y sus múltiples ocupaciones desviaban su atención de su vida sentimental a otros temas menos dolorosos. Al ver a la pareja reñir y reconciliarse, extrañó sentirse abrazada así por alguien y caminar por el parque.

Dicen que uno debe tener cuidado con lo que desea porque se puede volver realidad. Estaba Pilar tan sumida en sus pensamientos que sin pensarlo, ni voltear a ver, se sentó en la banca que estaba tras de ella. Un ladrido le hizo voltear a su derecha y fue cuando vio a César por primera vez en su vida. Estaba jugando con su perro y una pelota. Arrojaba la pelotita y kamikaze, que así se llamaba el perro corría tras de ella y se la regresaba para repetir el juego. De cabello con grandes rizos, en ropa deportiva, de complexión robusta y un bulto en el abdomen que denunciaba que el ejercicio no era su fuerte, de cara limpia y ojos claros, sus rasgos transmitían confianza y familiaridad.

Pilar de inmediato se sintió, para su sorpresa, atraída por César. Había algo en su manera de comportarse, el cariño que demostraba a su mascota, la jovialidad y vitalidad que transmitía. Algo, había algo que le llamaba la atención. La chispa se encendía de nuevo en ese parque. El destino hizo que la pelota de kamikaze fuera a dar cerca de la banca dond pilar estaba sentada. Ella intentó girarse un poco para ver de frente al perro y estirar el brazo para acariciarlo, pero sintió la resistencia en la ropa, como si estuviera pegada a la banca. Se paro y sintió como su ropa se despegaba de las barras verdes de la recién pintada banca. Volteó a verse la parte trasera del pantalón y se dio cuenta que estaba marcado con rayas verdes horizontales, después de maldecir en voz baja, sus ojos brincaron a la banca y fue cuando vio el letrero con la advertencia de la pintura. Resopló enfadada por la contrariedad, se dio la media vuelta sólo para ser sorprendida por César para junto a ella con la correa kamikaze en las manos y una gran sonrisa en los labios. Pilar se sintió como una chiquilla de secundaria, avergonzada pensando que sus pensamientos sobre César estaban tan expuestos como uno de sus pasteles en el aparador. Él comentó sobre las manchas de la banca, restándole importancia. Pilar sentía su rostro subir de temperatura y temía evidenciarse por lo sonrojado de su rostro. Y César, para ayudar a Pilar a esconder las manchas de pintura, le prestó su sudadera para que se la amarrara a la cintura.

César le comentó que iniciaba con sus rutinas de ejercicios y que la había visto ya en un par de ocasiones. Después de las presentaciones oficiales donde intercambiaron nombres, Caminaron un poco alrededor del parque, kamikaze jugueteaba y Pilar le pidió la pelotita a César para arrojársela al perro. La pelota salió volando por el aire y para la mala fortuna de Pilar cayó en uno de las alcantarillas pluviales. Se sintió apenada, había olvidado ya que su cuerpo iba a rayas verdes por el incidente en la banca y a pesar que César le repetía una y otra vez que no había problema, Pilar no encontraba palabras para disculparse. Finalmente una idea cruzo por su cabeza. Invitó esa noche a César al restaurante y le prometió que sería el primero en probar su nueva creación, eso y además, tendría un regalo especial para kamikaze. César aceptó gustoso y fijaron la hora. Las 7:30 de la noche. Era una cita.

Se despidieron sin besos, ni abrazos, sin siquiera un apretón de manos. Al irse alejando Pilar volteó a ver a César que acariciaba a kamikaze mientras ella se alejaba y cuando él giró su cabeza y sus miradas se encontraron, ella la esquivó rápidamente y una sonrisita apareció en sus labios. La chispa se convertía en una flama y Pilar se sentía emocionada.

Esa tarde, Pilar daba los últimos retoques al nuevo postre que había cocinado exclusivamente para César. Entusiasmada por esta cita y las curiosas circunstancias que habían propiciado el encuentro, la imaginación de Pilar estaba estimulada y se había esmerado en la preparación de su nueva receta. Un mesero entró y le dijo que había una persona buscándola. El corazón comenzó a latir tan fuerte que hubiera sido posible escucharle en medio de una calle con tráfico en hora pico. Trató de poner su mejor rostro y salió por la puerta de la cocina hacia el área de mesitas. El café era pequeño así que César se percató de su presencia en cuanto ella Salió por aquella puerta abatible. Él se levantó de inmediato para esperarla de pie, y ella sonriente se aproximó hacia él. Se saludaron con un social beso en la mejilla. Sentados, ordenaron café y platicaron de generalidades, César le recordaba a Pilar el incidente de las rayas pintadas de la banca, mientras ella reía y comentaba sobre la pelotita perdida. Pasaron varios minutos así, conociéndose, hablando de las cosas que uno dice cuando acabas de conocer a alguien y las posibilidades de algo más que una simple amistad no son claras: Donde naciste, porque vives en la ciudad si no eres de aquí, vives solo o acompañado, tienes mascotas, donde se realizaron los estudios, porque te dedicas a lo que te dedicas, que música te gusta, cual es tu color favorito, sabor favorito, chocolate favorito, personaje de Disney favorito, y demás detalles tan pequeños que juntos forman la identidad de tu interlocutor y te permiten, al coleccionarlos diligentemente durante el tiempo, decir que más o menos conoces a alguien.

Pilar se disculpó un momento y fue hacia la cocina. Cuando regreso traía sus manos atrás. Le dijo a César que le tenía dos sorpresas. La primera era más que un detalle, una deuda con kamikaze. Y mientras decía esto le entregaba una pelotita brillante, muy parecida a la que ella le extraviara esa mañana en el parque; para el dueño, por otro lado, y gracias a la agradable mañana que le había proporcionado, recibiría el primer trozo del recién elaborado pastel con la receta creada por Pilar. César agradeció a Pilar ser el objeto de tal privilegio y visiblemente animado tomo con la cucharita plateada un bocado de aquella delicia de chocolate. Pilar escudriñaba a César atentamente, tratando de identificar cualquier gesto, señal no verbal o signo de disgusto o aprobación del postre. La cucharilla llevó hasta la boca de César el bocadito del postre. César lo saboreo un momento, levantó sus cejas pobladas y le dijo lo delicioso que estaba, que era el mejor pastel de chocolate que había probado, ella lo corrigió diciéndole que en realidad no era un simple pastel, y empezaba a darle una explicación sobre las sutiles diferencias entre los pasteles, cuando César comenzó a toser de una manera extraña. Pilar le ofreció agua, pero César no podía pasarla, Pilar se puso nerviosa, mientras la tos de César empeoraba y con un gran esfuerzo le preguntó que había en el pastel. Pilar no sabía que hacer, gritó a los meseros y les pidió que llamaran una ambulancia, César le volvió a preguntar que tenía el pastel. Ella casi llorando le dijo que tenía huevos, leche, chocolates y la pasta de almendras. César la miró a los ojos y entre tosidos le dijo que era alérgico a las almendras. Fue lo último. Cayó inconsciente. Pilar rompió en llanto, pensando que le había asesinado en una gran ironía de la vida, donde lo que le apasionaba en la vida le había arrancado la posibilidad de enamorarse de nuevo. Se sentía culpable por la condición de César y fue tanto su estrés que cayó desmayada.

Los dos estaban inconscientes tirados en el piso del café, rodeados por los meseros que les echaban aire con los mandiles y un par de curiosos. Los paramédicos llegaron unos minutos después y se dividieron para revisar las condiciones tanto de César como de Pilar. Los subieron en camillas y salieron de aquella cita rumbo al hospital. En el suelo, tirada junto a las patas de la mesa estaba la cucharita plateada, manchada con chocolate.

César despertó. Y ahí, parada junto a él, lo recibió Pilar sonriente. El le regresó la sonrisa. Tomó sus dedos y los acarició despacio mientras los veía, busco después los ojos de Pilar con la vista y le preguntó cuanto tiempo había pasado. Ella le contestó que dos días. Y empezaba su muy practicado discurso de disculpa, cuando el muy despacito la calló. Le dijo que no importaba nada. Que durante estos dos días que había estado inconsciente sólo había soñado con ella. Pilar no supo que decir. Y solo lloró.

Los amigos de ambos les dijeron que estaban locos, que era precipitarse demasiado, que esperaran tiempo, pero no hubo algo que los convenciera de lo contrario. Estaban decididos a emprender una gran aventura juntos. Sabían a donde se dirigían, no querían pasar el resto de su vida preguntándose lo que hubiera podido pasar.

domingo, 19 de abril de 2009

Receta para hacer pasta de hojaldre rápida (pasta hojaldrada)

¿Quién puede negar la deliciosa experiencia de comer algo hecho con pasta de hojaldre? Cientos y cientos de finas capas de crujiente masa perfumadas con el aroma de la mantequilla que se desbaratan en los dedos y en la boca. Las orejas, los volovanes, las empanadas, las manitas, el mil hojas, son todos platos preparados con esta especial pasta.

Podemos adquirir productos hechos con hojaldre casi en cualquier panadería decente. La calidad, por supuesto, varía de lugar a lugar ya que el sabor, textura y color de esta masa preparada (como todo en la cocina) depende directamente de la calidad de los ingredientes utilizados. Aquí si que obtenemos justo por lo que pagamos. A lo largo de mi vida he encontrado una serie de indicadores que me hablan de la calidad del pan de algún lugar en especial: El primero son los cuernitos (croissants), el segundo el virote (o bolillo o pan francés) y por último las orejas (palmiers), podría agregar un cuarto que sería la crema pastelera, pero ya sería demasiado quisquilloso; Evaluando estos tres productos, puedo determinar, basado en mis muy particulares y personales papilas gustativas, olfativas y experiencia visual si la calidad del pan en general del lugar es buena.

Me he encontrado con lugares donde el hojaldre es pálido, débil, denso, insípido, sin nada que ofrecer a los sentidos. En otros lugares, excesivamente grasosos tanto al gusto como al paladar, en otros tantos, las orejas las recargan de azúcar provocando su caramelización y posterior carbonización, dejando un producto, de color caramelo oscuro y negro cenizas que usualmente están pegados entre sí. Los peores lugares son los que además de lo ya mencionado, les quedan los productos crudos por dentro debido a una deficiente cocción. Así que señores panaderos: ¡Cuiden sus orejas! No tienen idea de lo que hablan de sus negocios.

Hacer hojaldre implica compromiso. Seguir al pie de la letra las instrucciones de la receta, dar los tiempos de reposo necesarios, asegurar la refrigeración y no querer hacer trampa. El hojaldre es trabajo de medio día (o más según las cantidades) por los constantes tiempos de espera en el refrigerador entre vuelta y vuelta. Pero ¿Qué podemos hacer si no tenemos ese tiempo o necesitamos algo rápido? La solución en otras partes del planeta son sencillas: Ve al supermercado y compra la masa congelada. Pero en México no es así. No en cualquier lugar, ni en cualquier panadería te venden la pasta de hojaldre lista para ser usada. He intentado encontrar lugares confiables de donde obtenerla, pero sólo la ofrecen de manera intermitente, pienso que depende del repostero o panadero en turno. Y si algún lugar la ofrece de manera regular es más la excepción que la norma.

¿Significa esto que todo está perdido? ¿Qué no disfrutaremos de las delicias hojaldradas porque en México no es usual encontrar esta pasta en la sección de congelados? La respuesta es no. Definitivamente el usar una pasta pre-amasada y lista para usar presenta sus ventajas, pero casi siempre los ingredientes utilizados en esos productos son grasas hidrogenadas que se nos van directamente de la boca a las arterias. O no tienen el sabor o textura ideales. Hay maneras de hacer trampas y crear algo muy parecido a un hojaldre que se puede hacer muy rápido. Hay muchísimas recetas y maneras de hacerlo, yo personalmente he encontrado esta manera de amasarla muy efectiva y sobre todo rápida.

Tenemos que estar concientes que el resultado no será exactamente igual, que no se levantara con la altura de un volován, pero para los pays, las empanadas, las tartaletas e incluso las orejas y un mil hojas, esta masa es estupenda. Una vez superado eso y sin más preámbulos les pongo la receta para hacer pasta hojaldrada rápida:

Los ingredientes:

  • 3 tazas de harina de trigo para todos uso
  • 1 ½ cucharada de azúcar
  • 1 ½ cucharadita de sal
  • 1 ½ tazas de mantequilla (no margarina) MUY fría cortada en cubos de unos 2 cm de lado
  • 9 cucharadas de agua HELADA
  • 1 ½ cucharaditas de jugo de limón.

La preparación:

  1. Mezclamos la harina, el azúcar y la sal en un tazón.
  2. Agregamos unas 3 cucharas de los cubitos mantequilla y “cortamos” (frotamos con los dedos mezclando bien o con dos tenedores o dos cuchillos o con cortador de masa de galletas) hasta que tenga la consistencia granulosa (como de arena)
  3. Agregamos los cubos restantes de mantequilla y los cubrimos muy bien con la harina. NO amasamos, sólo cubrimos.
  4. Mezclamos el agua helada y el jugo de limón y agregamos la mitad a la mezcla de harina y mantequilla. Con cuidado vamos trabajando la mezcla de manera rápida para que la mantequilla no se derrita. Vamos agregando agua a cucharadas hasta que se forme una bola de masa y mantequilla. No se verá muy uniforme, es normal, si es necesario agregar más agua hazlo cucharada a cucharada.
  5. Pon en la superficie de trabajo un pliego de plástico para cubrir alimentos* (como el Saran o el Cling) y enharina muy ligeramente la superficie.
  6. Pon la mezcla sobre el plástico y con las manos dale forma rectangular.
  7. Coloca otro plástico sobre la masa para que quede: mesa, plástico, masa, plástico.
  8. Con un rodillo aplana la masa en forma rectangular hasta que quede de medio centímetro de ancho.
  9. Si se te pega el plástico de arriba o de abajo y no te deja estirarla, levántalo y cubre muy ligeramente de harina.
  10. Una vez que el rectángulo esta formado, retira el plástico superior.
  11. Quita cualquier exceso de harina que pueda tener la superficie. Vamos a doblar en tercios la masa a lo largo. Toma la tercera de la masa (a lo largo) y dóblala hacia el centro. Después cubre con la tercera parte superior (como si fuera una carta para meter al sobre).
  12. Una vez que tengas doblado a lo largo en tres la masa, vamos a tomar el extremo izquierdo y vamos a enrollar como caracol.
  13. Cubrimos el rollo resultante con plástico y lo dejamos reposar en el refrigerador al menos 30 minutos.
  14. Voilà! Ya tenemos una masa de hojaldre lista para usar. Te debió tomar unos 15 o 20 minutos la preparación total de esto. Y te aseguro que el resultado es riquísimo.

Para usar la masa, sólo sácala del refrigerador, colócala como si fuera un caracol caminando en una superficie enharinada y con el rodillo presiona de manera diagonal en un sentido y en otro para marcar en la superficie una equis (X) y con cuidado ve extendiendo hasta que quede del grosor que te pida tu receta favorita.

¡Próximamente espera esta receta ilustrada!

* Nota: Si no tienes el plástico para cubrir alimentos, no te preocupes, puedes usar una bolsa del supermercado (de esas de “tirantes”) cortada por los lados.

jueves, 16 de abril de 2009

De todo… Como en botica

Este breve post es sólo para compartir que ya estoy dado de alta en todos los servicios imaginables de internet. Estoy haciendo pruebas sobre lo que necesito hacer para dar a conocer mi blog y mis servicios.

Mas adelante voy a publicar las recetas que mi amiga de Francia, Chantal Lewis me paso de tradicional cocina francesa. Tuve el gusto de probar su Tarte Tatin, un tipo de tarta de manzana volteada con el relleno por fuera, la tartaleta de espinacas y la tarta de cebolla, su gratin dauphinois y un rico pan de platano. Todo hecho por sus francesitas manos en la ciudad de Tijuana.

Hoy hace frío en la ciudad.

miércoles, 15 de abril de 2009

Receta para hacer pan (ilustrada)

Porque dicen que una imagen dice más que mil palabras, hice una pequeña ilustración de la receta de pan que publiqué hace unos días. Lean el post para más detalles cobre su fácil elaboración.

receta de pan ilustrada by uber

Happy Cooking!

Uber

martes, 14 de abril de 2009

Serie Heroes Temporada 1

¿Ya vieron la serie de televisión Héroes? ¿Aun no? Está muy buena. Ya sé, esta no es una evaluación técnica de todos los aspectos que me gustan de la serie y si la tuviera que calificar de la manera más sencilla que puedo el decir “está buena” debe ser suficiente.

Ya se terminó la primera y segunda temporada hace tiempo, la serie inició a finales del 2006, continuó por el 2007, sobrevivió a la huelga de escritores gringos y al 2008. Ahora se encuentra en su tercera temporada. El fin de semana pasado compré la serie en Mix-Up de plaza Río, para los que no conozcan Tijuana, es la tienda de CD’s, DVD’s, juegos y demás chunches de contenido electrónico. Estaba en especial el paquete con la temporada 1 y 2. Por alguna mística razón, si uno compra las temporadas por separado acaba pagando como cien pesos más que con el paquete y después de mi concienzudo análisis comprobé que son exactamente iguales ambas versiones, pensé entonces ¿Por qué pagar más? Y que agarro el paquete con dos temporadas.

Duré más tiempo en abrir la caja que en estarla poniendo en el DVD  player y después de una verdadera y heroica maratón (frase nunca mejor utilizada) esta se terminó el fin de semana. Y es que la verdad eso de estar con el alma en un hilo por saber que va a hacer Sylar, si la porrista se moría o no, si Peter Petrelli convencerá o no a su hermano, Nathan, de salvar a la chica, ¿Quiénes son los de “La Compañía”?, esa y muchas interrogantes más surgen al ir avanzando en la trama de la serie. No te enteras de nada y cuando parece que todo está perdido, el destino los junta de nuevo o surge un nuevo personaje que viene a complicar las cosas aun más (en serio), pero al final de cuentas casi todo termina aclarándose. Y permítanme enfatizar el “casi” porque si ya dije que van en la tercera temporada ¿No pensarán que todo acaba así nomás como así? ¡Por supuesto que no! Los inteligentes escritores (y los abusadillos productores) nos dejan con una duda inmensa, del tamaño de la crisis actual, al final de la temporada. No pienso revelarles nada, pero les aseguro que no se trata de ningún helicóptero que al final se cae y los mata a todos.

Ahora estoy viendo la segunda temporada y promete resolver dudas pasadas.

heroes simbolo by uber

lunes, 13 de abril de 2009

Reflejos del pasado

– Todo se ve muy viejo aquí… Y huele feo. – Dijo Tomás

– En serio ¿Cómo esperabas que estuviera después de cien años? – Contestó Martín.

– Pero pues siempre hubo gente viviendo aquí ¿No?

– No, no siempre hubo gente. Si esto existe todavía es gracias a la codicia de la Tía Eduviges. De no haber sido por ella, esto se hubiera convertido en refugio de desposeídos o mal vivientes.

– Pues que chasco se llevó la señora. Me imagino su cara cuando el abogado leyó el testamente de tu abuelo declarándote el único e indiscutible heredero universal de su fortuna. ¿No has pensado en cambiarte el nombre a algo con más…? ¿Cómo lo digo sin ofenderte? ¡Ah! Ya se: Clase, estilo y abolengo. Jajaja

– Si hubiera sabido que ibas a estar de simpático no te invitaba. – Contestó Martín algo enfadado.

– ¡Uy! Que serio me saliste Martín, además, no creo que te hubieras animado a venir sólo a este vejestorio de casa abandonado.

– Claro que si.

– Claro que no.

Ambos estaban parados en el umbral de la puerta recién abierta de la casa del Abuelo. Los rayos del sol de esa mañana se colaban presurosos, intentando reconocer el lugar que por tanto tiempo les había estado negado. Intentaban invadir cada centímetro de la vieja alfombra persa tirada en el recibidor e inútilmente trataban de rebotar en alguna superficie para llegar a los lugares más alejados, pero las gruesas capas de polvo acumuladas al paso de quince años de encierro se los impedían.

Martín fue, para disgusto de la Tía Eduviges, el único heredero del abuelo. El nieto más consentido, pero el más rebelde. El que nunca asistió a las fiestas familiares y se aparecía de vez en cuando en la residencia de retiro del abuelo para platicar con él de las aventuras del viejo, mismas que Martín siempre creyó eran producto de los anhelos e imaginación de una persona que estaba en el ocaso de su vida. Pero tuvo el gentil detalle de no cuestionar jamás al abuelo sobre ellas y escuchar atentamente cuanta historia deseara este contarle. Los lugares fabulosos que visitó, las jóvenes que tenía rendidas a sus pies por todos su encantos y la cuantiosa fortuna amasada a lo largo de todo este tiempo, reducida a una vieja casona de madera, porque según sus propias palabras, a él el dinero no lo movía, sino la pasión por conocer cosas nuevas.

A medida que Martín avanzaba por el corredor principal escuchaba en su cabeza las palabras del viejo contando sus increíbles hazañas de joven aventurero. Tomás iba tras él curioseando y moviendo cuanto podía.

–Ya deja esos libros en paz Tomás. – Le dijo Martín al voltear

– No me digas que los vas a leer, la mitad de lo que dice aquí ya esta científicamente demostrado como falso. – Bromeo Tomás

– Y ahora resulta que TÚ eres un crítico literario. ¿Será necesario que te recuerde porque te corrieron de tres preparatorias hace cinco años?

– Por mi espíritu inquisidor no se te olvide Martincito. No se te olvide.

La tía Eduviges fue quien metió al abuelo al asilo. No quiso tener que lidiar con él y alegando que ahí estaría mejor un buen día le hizo sus maletas y sin avisarle lo dejó a cargo de una joven enfermera. El abuelo no discutió y prefirió encontrar el lado positivo de su nueva situación y de vez en cuando comentaba sonriendo con su nieto favorito que prefería estar ahí con las bellas enfermeras que con la margada de su hija Eduviges.

Fue precisamente la tía la que cuidó la casona, esperando que un día fuera de ella. Nunca vivió ahi. Después que llevó a su padre al asilo, la familia pensó que lo que seguía era que se mudara a la casa recién desocupada. Sin embargo sorprendió a todos al no hacerlo. Tal vez todavía sentía la presencia del viejo en las paredes o no quería revivir recuerdos enterrados. Nadie jamás lo supo. Cerró las puertas de la casa quince años atrás y sólo la abría para lo mínimo necesario. Se aseguró de mantener la casa en buenas condiciones y darle una vuelta cada quince o veinte días. Se le podía ver dando vueltas alrededor de la misma y después permanecer un tiempo en la acera, observando la casa con sus manos cruzadas frente de sí. Subía a su auto y se marchaba.

Eduviges siempre hablaba de vender la casona. De lo que podría el abuelo beneficiarse con lo que se obtuviera por ella “ahora que todavía estaba en pie” – como solía decir – pero el abuelo nunca accedió a firmar los documentos. Ante los ojos de los demás familiares era claro que en realidad a Eduviges le importaba muy poco lo que el abuelo pudiera obtener. Era terminar de una buena vez por todo con los compromisos relacionados con el abuelo. Con él en el asilo y sin la casona para cuidar, no había lazos que demandaran su atención, por esporádica que esta fuera.

Martín y Tomás avanzaban por la casa, evitando tumbar alguna lámpara mal acomodada. Y subieron por las estrechas escaleras que conducía a las habitaciones dispuestas a lo largo de un pequeño corredor. El piso de madera bajo sus pies crujía quejándose por la falta de costumbre de sentir personas caminando sobre él. Los escalones parecía vencerse con el lento andar de los jóvenes en su ascenso al piso superior.

Estaba todo medio oscuro a pesar de faltar un par de horas para el medio día. Tomás alcanzó a ver un apagador en la pared de las escaleras y sin pensarlo dos veces lo activó. La luz de una gran lámpara suspendida del alto techo iluminó todo repentinamente. Y frente a ellos, al final del corredorcito vieron el peculiar espejo.

– Se ve extraño – comentó Tomás viendo su reflejo en el.

– Era de la abuela – Le respondió Martín – Cada que pasaba por aquí tomaba el cepillo de la mesita, se lo pasaba por el cabello y confirmaba que todo estuviera en su lugar antes de bajar. Todavía la puedo recordar cuando venía de visita a esta casa con mis padres. Yo subía corriendo y me gritaba que tuviera cuidado con el espejo, que no lo fuera a romper. Siempre pensé que era horroroso, con todas esas formas de plantas rebuscadas de madera tallada, me parecía enorme y te juro que hubo días que pensaba que estaba vivo, mi reflejo era diferente a mí. Luego, con los años, me di cuenta que era un defecto del cristal. Sin embargo mi abuela le tenía especial afecto. Pasaba horas limpiando cuidadosamente la intrincada superficie del espejo, cantando muy bajito canciones francesas. Creo que el espejo fue un regalo traído de Francia.

– Pues si pensabas venderlo olvídalo mi amigo, no creo que nadie te quiera comprar esta cosa.

– Claro que no voy a vender nada

– ¡¿No?! Entonces me puedes decir ¿Qué vas a hacer con todo esto?

– No se Tomás, aun no lo decido. La noticia me tomó por sorpresa

– Pues ve pensando porque si te tardas dos días más todo esto se te va a caer encima. – Y al decir esto Tomás giró dando un vistazo a todo lo que les rodeaba. Sus pies tropezaron con la alfombra larga que cubría el corredor y en su intento por no caer de espalda trató de agarrarse de la pared, pero con su movimiento golpeó el espejo tumbándolo.

Los ojos de Martín, que presenciaba la rápida sucesión de eventos, no creían lo que estaba pasando frente a sus ojos. El espejo de la abuela se balanceó de un lado a otro y el cordón, debilitado por los años se vencía ante los inesperados movimientos. Martín seguía al espejo en su inevitable caída al suelo. Vio como una esquina golpeaba el suelo, y el grueso marco de madera tallado con formas de plantas, de estilo art nouveau, trataba de impedir la deformación. Inmediatamente después el cristal del espejo estalló en cientos de afiladas partes, fragmentándose a su vez cuando tocaron el suelo. Tomás, recargado en la pared, miraba alternadamente al espejo y a Martín esperando una reacción.

– ¡¿Qué haz hecho?! ¡Ese espejo estuvo en esta casa por más de cien años! No tienes ni una hora en esta casa y ya lo destruiste.

– Martín, discúlpame, de verdad lo siento mucho. No era mi intensión, tú sabes que yo no quería…

Pero Martín no le escuchaba. Sus ojos miraban con tristeza los restos de aquel viejo espejo hecho añicos. Levantó la mirada y observó el espacio vacío en la pared, recordando a la abuela Olga cepillando sus canas preparándose para reunirse finalmente con el Abuelo en alguna parte del mas alla.

jueves, 9 de abril de 2009

Receta para hacer Pan

¡Ah! El Pan. El rico y delicioso pan. Una de mis tantas debilidades y uno de mis alimentos favoritos. Es un deleite para los sentidos disfrutar de una pieza de pan recién salido del horno, aunque los puristas (y las recetas tradicionales) dicen que uno debe esperar unos quince minutos antes de partirlo para dar tiempo al migajón a que se relaje. Pero es que en ocasiones es implemente imposible resistir la enorme tentación de tener una pieza humeante, perfumando la cocina sin hacer trampa y arrancar un buen trozo.

Cada país tiene algún tipo de pan (o varios) y los hay de todo tipo. Nosotros en México incluso contamos con dos categorías diferentes: el pan dulce y el salado. Las conchas, los puerquitos, las donas, las chilindrinas, los gusanitos, los bollitos, las mantecadas, el panqué, las trenzas pertenecen todos a la categoría del pan dulce. El birote o bolillo, la telera, la virginia, el bisquet pertenecen a la del pan salado, aunque obviamente no significa que el sabor a sal sea intenso (con excepción de los birotes saladas de Guadalajara con los que se hacen las tortas ahogadas), podríamos pensar en “pan no dulce”.

En Francia, país reconocido mundialmente por su gastronomía, el pan sencillo está compuesto de sólo cuatro simples, sencillos, llanos y humildes ingredientes: Harina, sal, levadura y agua. Es todo. Cualquier otro ingrediente adicional y ya no es pan simple, se convierte en otra cosa. Nada de huevos, de leche, de mantequilla, aceite, nada de eso.

La baguette es la cúspide del pan tradicional francés, y a pesar que este pan no es de Francia (Mon Dieu!!!) sino creación de los genios panaderos Austriacos, al igual que los croissants, feuilletes y demás delicias; fueron los franceses los que popularizaron su consumo, la hicieron suya y convirtieron su elaboración en un arte. Por mucho tiempo los panaderos franceses guardaron celosamente las recetas y métodos empleados para la preparación del pan, pero estos conocimientos se fueron filtrando hasta hacerse públicos y llegaron a lugares como America con las invasiones francesas (origen del birote o bolillo).

Desafortunadamente nunca obtendremos un pan hecho en casa con las cualidades de una original baguette. Simplemente todo es diferente: La harina empleada es más fina, la levadura es fresca, el agua es distinta, y de la sal no sé pero estoy segura que hasta eso será diferente. Si a eso le sumamos que hornear en la estufa es una imitación del comportamiento térmico de hornear en un horno de leña o profesional de panadería donde la humedad se controla añadiendo vapor a presión de manera cuidadosa, estas diferencias solo separan más y más el resultado que se obtiene al hacer el pan en casa.

Pero tenaces como somos, y sin siquiera pensar en desistir de disfrutar de un rico pan recién horneado en nuestro hogar, procederemos con la receta de un pan sencillo. No es una baguette, pero esta receta nos servirá para arrancar esta aventura con el pan y perder un poco el miedo a la levadura (tan poco usada en la cocina casera). Haremos un pan sencillo y fácil, ideal para acompañar cualquier alimento o consumir sólo.

Los 4 ingredientes

  • 375 grs. de Harina (unas 3 tazas)
  • 1 cucharadita de sal
  • 1 cucharadita de levadura
  • 225 ml de agua tibia (algo así como 1 taza y ¾ puede ser más o menos)

La preparación

Esta es una receta sencilla para pan, así que no tenemos los largos tiempos de espera iniciales.

  1. En un bol mezclamos los ingredientes secos (harina, sal y levadura)
  2. Agregamos el agua poco a poco mezclando hasta formar una masa uniforme y algo pegajosa
  3. En una superficie ligeramente enharinada colocamos la masa y comenzamos a masar
  4. Si la masa está demasiado pegajosa y difícil de trabajar espolvorear un poco de harina, eventualmente se volverá manejable.
  5. Después de estar varios minutos trabajando la masa, esta tendrá un acabado aterciopelado y será un poco más firme al tacto.
  6. Forme una bola y colóquela en un tazón cubriéndola con un trapo ligeramente humedecido para que no se seque la cubierta y pueda levar correctamente.
  7. Dejar la masa reposar por el tiempo necesario para que doble su volumen. Esto depende mucho del clima, si hace frío toma más tiempo que cuando hace calor. Habitualmente es alrededor de dos horas.
  8. Ya que la masa dobló su volumen, golpéala con el puño para poncharla y amasa nuevamente unos 4 minutos.
  9. Divide la masa en dos partes iguales.
  10. Extiende la masa hasta formar un rectángulo de unos 20cm de lado por unos 30cm de largo. No es necesario medir, solo extiende hasta que tenga la longitud que deseas pero no aplanando la masa más allá de 1cm aproximadamente.
  11. Enrolla la masa sobre si y al terminar pellizca las orillas del rollo para sellar.
  12. Colócala en una plancha con papel para hornear (yo uso papel aluminio y no se pega)
  13. Repite esto con la segunda mitad.
  14. Deja reposar de nuevo los recién formados panes a que doblen de nuevo su volumen.
  15. Cuando casi hayan alcanzado el doble del volumen enciende el horno para que alcance unos 500°F
  16. Ya que los panes hayan doblado su volumen a temperatura ambiente es hora de hornearlos. Haz unos cortes diagonales con una navaja filoso en la superficie de la masa.
  17. Echa algo de agua con un rociador (o con la mano si no tienes) dentro del horno para que se forme un ligero vaporcito y rápidamente mete la charola con los panes y ciérralo.
  18. Espera 10 minutos y luego reduce la temperatura a 375°F
  19. Después de 15 o 17 minutos más los panes deben estar listos. El color de la corteza debe ser dorado claro, no pálido.
  20. Sácalos del horno con cuidado y colócalos en una rejilla para que se enfríen. Si no lo haces su propio calor formará vapor que suavizará la corteza inferior.
  21. Para saber si el pan está listo dale unos golpecitos y sonará algo hueco.
  22. No te preocupes si no sale tan bien a la primera vez. El pan, como muchas otras cosas, sale bien con la práctica. Sin embargo, si seguiste los pasos, tendrás algo muy aceptable y te sabrá delicioso porque lo hiciste tú.
  23. Et Voilà!

¡Espero lo disfrutes!

Cerveza, pan… Y rosas

 

La Famosa Cerveceria Tecate

Tecate es una pequeña ciudad incrustada en las montañas de Baja California. Lo primero que puede venir a la mente tras escuchar el nombre es la famosa e internacional (así es, ya es internacional de hace tiempo, no sólo Corona) marca de cerveza que lleva el mismo nombre y se destila en la localidad, llenando la plaza central y los alrededores de la cervecería de un intenso olor, que aun sin ser desagradable, termina saturando el olfato.

 

Marquesina del jardin

Intentamos visitar el jardín de la cervecería y tal vez dar un recorrido por sus instalaciones para conocer con más detalle el interesante proceso de elaboración de una de las bebidas más populares en Tijuana, Baja California y México en general. Desafortunadamente, los horarios de recorridos (y nuestra llegada tarde al mismo tiempo que nuestra falta de reservaciones) no nos fueron favorables y tuve que conformarme con tomar una foto del exterior ya que incluso el jardín se encontraba cerrado.

 

 

El kiosco del parque central

Tecate es un lugar relajado. Si el estrés existe en este lugar, no es perceptible en las calles. Es uno de esos lugares afortunados donde la gente aun se va a la plaza central, con su kiosco bien  puesto en el centro, a disfrutar del sol de primavera para quitarse un poco el frío habitual del lugar en estas fechas.

La respectiva cervecita TecateEs también el lugar ideal para sentarse en una de las bancas del parque o de los establecimientos aledaños y consumir una nieve de “La Michoacana”, unos nachos, una soda o una cerveza (Tecate por supuesto). Y fue precisamente esto último lo que nos dispusimos a hacer.

 

En el parque  Parque de Tecate

 

La Panaderia

Además de la obvia razón por la que Tecate es famoso, en la  región se conoce por el buen pan que ahí se hornea. Existen varias panaderías y seguramente comparten la etiqueta, pero yo siempre he ido a la misma durante años en todas mis visitas al lugar. Se llama “El Mejor Pan de Tecate” y esta abierta las 24 horas del día, Pan, pan, panpor aquello de los antojos de madrugada de una rica concha, una semita, un birote (bolillo) o un “feite con crema”.  En general son amables con la clientela, y tienen el detalle de tener siempre café gratis disponible para que acompañes tu recién adquirido pan en una de las mesitas situadas en el exterior del establecimiento. Es Mas panuna pena que las fotos aun no puedan transmitir olores (al estilo de aquellas calcamonías de los 80’s que se llamaban “rasca-huele”) ni  sabores, porque es donde lucen. He probado mejores panes, pero al comer estos uno además consume algo de historia del lugar.

 

Vaquero floreroEl vaquero de las rosas 

 

Rosas en el vivero

Otra cosa que hay en Tecate son rosas. Hay un invernadero pequeño justo antes de salir de la ciudad donde una amable  señora de la cual desconozco su nombre (pero prometo en mi próxima visita tener la delicadeza de preguntarle) que con dedicación admirable cuida, poda y vende estas bellísimas plantas, así como geranios de colores y árboles de  durazno, ciruela y pera. El lugar está La carreta vieja del viverosalpicado de detalles antiguos, hay una carreta vieja, algo que me pareció un patín del diablo revolucionario, una fuente seca con gotas de agua de cristal y llantas de carretas que alguna vez anduvieron estos caminos cuando pocos eran los aventurados a cruzar así La Rumorosa.

The RoseQuise cortar la flor mas tierna del rosal, pensando que de amor no me podría pinchar, y mientras me pinchaba me enseño una cosas, que una rosa es una rosa, una rosa es una rosa…”

Mecano

viernes, 3 de abril de 2009

El Corazón de Ángela

Viendo la señal de una de sus amigas, Ángela se sacudió la falda, tomó un profundo respiro y caminó hacia donde él estaba sentado. Lo vio de espaldas ordenar una copa de vino y mirar inquieto la hora en su reloj de pulsera. Las mariposas en el estómago de Ángela batían sus alas con más fuerzas. En lo que parecía la caminata más larga de su vida, sus piernas se sentían inseguras, su cabeza giraba un poco por la emoción y la adrenalina y su respiración era irregular.

Un par de metros antes de llegar a la mesa, una tormenta de preocupaciones atacó su mente. Se preguntaba si su vestido era adecuado, dudaba si era muy conservador o muy provocador, ¿Qué tal le parecería a Omar? ¿Sería de su agrado? ¿Preferiría a las mujeres de vestidos cortos y reveladores, sensuales vampiresas de labios húmedos y sugerentes? ¿O preferiría dulces y tímidas señoritas de familia acomodada? Ella no se sentía clasificada en ninguno de los estereotipos. Nerviosamente tocaba su cabello, y los pendientes de plata que adornaban sus orejas, verificando que todo estuviera en el lugar adecuado.

La verdad era que Ángela lucía espectacular esa tarde: Su vestido en fino lino rosa se amoldaba perfectamente al cuerpo que las mujeres atractivas tienen a los 27 años, discreto, cortado justo debajo de las rodillas, mostrando sus espectaculares piernas torneadas; Con un escote elegante, sus delicados hombros servían de soporte a su gracioso y esbelto cuello. Ángela era una mujer agraciada, con una sonrisa cautivadora que transmitía confianza en cuanto sus aperlados dientes se asomaban tímidamente, sus ojos cafés lejos de parecer ordinarios, resplandecían vivaces, perfectamente delineados por abundantes pestañas y todo enmarcado con un rostro hermosamente proporcionado.

Ella vio a Omar por primera vez a través de la ventana del despacho, cruzaba por la calle y le pareció bastante atractivo. Su piel trigueña y el cabello rebelde eran el conjunto ideal para los aceitunados ojos verdes, pensó que era de ascendencia Italiana. Vestía de manera informal unos jeans gastados y una camiseta con diseños sofisticados. En sus manos, un sobre Manila de color amarillo mango. Cruzo la calle al tiempo que volteaba para ambos lados y se dirigió justo hacia donde Ángelo lo observaba. Asustada, se retiró presurosa de la ventana temiendo haber sido descubierta en su pequeña misión de espionaje del reciente descubrimiento. Pasados unos segundos se asomó cautelosamente por la ventana y se sintió desilusionada cuando no le encontró ahí. Su mente voló por unos instantes, hacia esa banqueta y se sintió una bella dulcinea rodeada de amenazantes molinos siendo rescatada por el gallardo Quijote contemporáneo.

Un timbre la sacó de sus ensoñaciones. En el mostrador estaba parada la quijotesca figura de su valiente caballero.

— Buenos días. De la compañía de mensajería, es un sobre para el Lic. Torres ¿Se encuentra disponible?

Ángela no daba crédito a sus ojos. Deseaba reír, pero no quería parecer una tonta.

— El Lic. Torres está en una junta pero yo puedo recibir el sobre por él.
— Bien, por favor firmé aquí ¿Es usted su asistente?
— No, soy la encargada de recursos humanos — Respondió Ángela bajando su rostro, tratando de ocultar sus mejillas sonrojadas.
— Ya estaba envidiando al Lic. Por tener tan bella asistente — Dijo Omar de manera coqueta.

Ángela volteó a verlo y solamente sonrió.

— Y ¿Las encargadas de recursos humanos de esta compañía comen algo de vez en cuando? — Pregunto Omar sonriente
— ¿Y usted acostumbra hacer proposiciones a todas las chicas que le reciben un paquete? — Replicó Ángela
— No he hecho ninguna proposición — Contesto rápidamente Omar — Pero si la posibilidad existe… Me fascina la comida italiana. Hay un restaurante pequeño muy cerca de aquí. Delicioso.
— La Távola — Dijo Ángela sin pensarlo — excelente fettuccini.
— Pues si deseas podemos coincidir hoy mismo. Estaré ahí a las seis
— ¿Qué le hace creer que iré? Además tengo una cita con mis amigas, muy cerca esta tarde.
— No necesita responderme con un no…o un sí. Yo estaré ahí. Si llegas, será la mejor cena que haya tenido. Si no, será simplemente fettuccini…Seis en punto.

Y sin dar tiempo a Ángela de responder cualquier cosa dio la media vuelta y se marcho silbando alegremente una melodía pegajosa.



Ángela seguía parada a unos metros de él. Nerviosa. La primer cita en mucho tiempo. No pensó jamás que se pudiera reponer del trágico accidente automovilístico donde su prometido murió cuando ella iba al volante. No pensó que pudiera perdonarse jamás. Todos estuvieron estos años insistiendo en su inocencia, tratando de convencerla que todo fue una escabrosa jugada del destino y que ella no tuvo la culpa que el auto se parara justo cuando las luces del tráfico cambiaron y otro automovilista no tuviera la precaución de evadirlos. Ella no oía a nadie, se culpaba en todo momento, sus lágrimas se extinguieron de tanto llorar y dudo de todo. Su felicidad se evaporó y ella se sentía responsable y no merecedora de la misma. Ya habían pasado seis años. Seis largos y grises años.

Pero hoy era diferente. Algo había en Omar que la había despertado de su pesadilla. Se sacudió una vez más la falda, se acomodó el cabello, cerró los ojos, respiró hondo y siguió caminando hacia la mesa servida en aquel restaurante italiano. Tal vez esta tarde habría algo más que fettuccini delicioso.

jueves, 2 de abril de 2009

La llave Dorada

Alicia intentaba recordar quien le había dado la llave. Todo era confuso, las imágenes envueltas por una niebla que evocaba vagas siluetas con manchones de colores aquí y allá no ofrecían las respuestas que Alicia necesitaba en ese momento. Ahí estaba ella, parada en medio de aquel corredor silencioso que estaba lleno de puertas uniformemente distribuidas en toda su extensión, iluminadas de manera intermitente por las lámparas de neón que prendían y apagaban colgadas del techo envolviendo al lugar en una penumbra desconcertante. Las paredes enmohecidas por la pesada atmosfera cargada de humedad olían a viejo y guardado. A lo lejos Alicia alcanzaba a escuchar el eco de una fuga de agua que resonaba por todo el corredor, como una colosal caja musical, que gota a gota marcaba una disonante melodía.

En sus manos, Alicia sostenía la brillante llave dorada, extendió sus dedos y observó los delicados detalles tallados sobre el cuerpo de la misma, las finas líneas talladas que se extendían traviesas desde el soporte hasta la punta formando elaborados patrones de reminiscencias arábicas o persas, finas piedras preciosas incrustadas en las caras laterales contrastaban con el metal que las cobijaba. El rojo sanguinolento de los rubíes proveía el fondo contrastante para el verde intenso de las esmeraldas. La suavidad de los topacios se veía superada por los destellos luminosos de los diminutos diamantes que formaban una rosa de los vientos tan pequeña que podría pasar desapercibida a los ojos menos curiosos. Pero no par Alicia. Estuvo absorta con los detalles de la llave que yacía en su mano por un largo tiempo. Confundida y desorientada. Justo delante de una puerta en aquel largo corredor en penumbras.

Escuchó como el sonido de las gotas cayendo en el fondo se volvía cada vez más pausado, como si algo las estuviera parando. Luego no oyó nada. Volvió sus ojos en la dirección de la cual provenían los sonidos esperando ver algo. Nada. Sólo la oscuridad que transformaba el fondo de aquel corredor en un oscuro agujero negro. Miró la llave y después la cerradura oxidada de la puerta frente a ella. Sujetó con sus dedos la llave y lentamente extendió su mano. La punta de llave acarició la entrada de aquella cerradura. A Alicia le pareció irónico el contraste entre la exquisitez de la llave y el deterioro de lo que supuestamente cruzó por mente, abriría.

Con un movimiento firme introdujo la llave en la cerradura. La giró hacia la derecha pero la cerradura permaneció cerrada. Giró entonces a la izquierda y sintió como el mecanismo de seguro abría paso a los dientes de la llave dorada. Podía ver en su mente como uno a uno cada uno de los seguro internos se deslizaban torpemente para finalmente mover la barra que impedía abrir aquella oxidada puerta. Sintió como las ansias se apoderaban de ella. Nada se aclaraba, no sabía donde se encontraba ni como había llegado hasta ahí, aun menos la razón de porque estaba ella en esa situación.

Cuando la puerta estuvo completamente abierta, Alicia puso suavemente su mano en ella. Sintió las rugosas irregularidades del metal, se preguntó cuanto tiempo tendría aquella puerta sin abrirse, que habría detrás de sus paneles gastados y viejos, de olor rancio y desagradable.

Pero algo la saco de sus cuestionamientos. Un chirrido fuerte que provenía de la oscuridad del corredor la hizo voltear. Fue como si algo metálico se doblará rápidamente. Después oyó el agua chapoteando. Alguien…O algo, estaba ahí, oculto en las sombras, avanzando hacia ella. Alicia empujó la puerta e inmediatamente un resplandor la obligó a cerrar sus ojos. Sintió el golpe de aire fresco en todo su cuerpo. Su nariz agradecida, respiró profundamente y expiró tratando de purgar de su cuerpo el viciado aire de aquel corredor. Solo después de unos segundos reaccionó, abrió los ojos lentamente, pero el brillo del lugar lastimaba sus retinas. Una vez que sus ojos se ajustaron a la nueva intensidad luminosa vio ante ella el jardín mas hermoso que jamás vio. Detrás de ella, la puerta entreabierta y el corredor misterioso parecían lejanos. Cerró rápidamente la puerta. Aseguró el cerrojo con la llave dorada y dio media vuelta. Comenzó a caminar y sin pensarlo su mano derecha puso la llave en el bolsillo de sus pantalones azules.

El nuevo lugar embriagaba sus sentidos. Que lejano parecía aquel claustrofóbico corredor con su atmosfera enrarecida. Aquí, delante de sus ojos se extendían sin fin hectáreas de vegetación cuidadas de manera experta, y pensó en la cantidad de gente que se necesitaría para lograr la titánica tarea. Imaginó un ejército de jardineros amables y rechonchos agachados platicando con las azucenas, con las malvas y con los geranios. Acariciando sus hojas y fertilizando sus raíces para transformar un terreno ordinario en esa maravilla. Las jacarandas, cipreses, abetos y nogales se alzaban orgullosos sobre las violetas. A medida que avanzaba, Alicia rozaba las yemas de sus dedos en las hojas y pétalos que encontraba a su paso.

Después de haber estado caminando por lo que le parecieron horas. Se sintió cansada. Buscó un lugar apropiado para descansar. Un gran cedro que estaba cerca le pareció bien. Se tumbo a su sombra y cerro los ojos. El aire soplaba por entre las hojas y en su movimiento, estas se rozaban entre si emitiendo un ruido pacificador. El calor del sol, mitigado un poco por la sombra del cedro, abrazaba el cuerpo de Alicia y la invitaba a relajarse. El olor fresco del lugar embriagaba su conciencia cuando el sueño y el cansancio parecían los claros triunfadores en esta diminuta batalla.

A su mente se vinieron los recuerdos de aquel extraño corredor. Intento una vez más recordar el origen de la llave dorada sin éxito. No recordaba gran cosa de nada. No sabía donde estaba, pero definitivamente era más agradable estar en este jardín que en el corredor. La llave dorada permanecía en su bolsillo, y la sintió por encima de su pantalón, asegurándose que estaba ahí, convencida que las respuestas que buscaba y las razones de todos estos acontecimientos inauditos estaban íntimamente relacionados con aquella joya que guardaba celosamente con ella.

Sus ojos se cerraban vencidos por el cansancio. Decidió no luchar más y se entregó al sueño.

Sumida en sueños tan confusos como su realidad, Alicia sintió una ligera sacudida en su hombro izquierdo. Abrió lentamente los ojos y vio una silueta borrosa delante de ella. Sobresaltada trató de incorporarse sobre el tronco del cedro, pero fue inútil. Con la respiran agitada y sobresaltada, percibió en su nariz el olor familiar y desagradable del corredor.

La figura borrosa extendió su mano y con voz firme exigió:

Alicia, entrégame la llave. Mi llave.

miércoles, 1 de abril de 2009

El Verdugo

Ya está de regreso ¡Demonios! Esta vez en verdad esperaba no verle nunca más, no tener que soportar su presencia y lo que esto significa, ese ir y venir, tan feliz todo el tiempo, siempre activo, de un lado a otro, nunca en paz, viendo el mundo siempre a sus pies con sus ojos brillantes y húmedos, gritándole que está vivo en una canción emitida por su virtuosa garganta. Que fastidio es tener que aguantarle, llevar su existencia sobre mí sin remedio ni esperanza. Ojala que se vaya pronto, que algo llame su atención más allá de lo que yo pueda ver y comprender y se vaya como llego, de manera súbita e inoportuna, y que esta vez sea para siempre. Mi piel desgarrada por sus uñas no soportaría tenerle permanentemente de visita. Mi aparente apatía e inmovilidad parecen no perturbarle, sin embargo hay algo que me dice que disfruta el sentirse superior, sentirse tan libre, saber que soy en su vida algo para pisotear y que puede ser usado a su antojo vil y perverso. Puedo percibir sus malvadas intenciones cuando sin darse cuenta voltea y el brillo en sus ojos le delata. Que se vaya ya por favor. Que se vaya.


Siento al viento sacudirme. Mi repentino sobresalto provocado por la corriente parece alertarle. Voltea. Me ve con desprecio y desaparece en un parpadeo. Finalmente se ha ido, daré gracias al viento por este favor insospechado que me libró de su atormentadora presencia y ahora sólo sentiré las caricias que su brisa me proporciona.


Pero ¿Qué es eso que veo a lo lejos? ¡Oh no! ¡Viene de regreso! Vuelve, no puede ser. No ha tardado nada, no me ha dado tiempo siquiera para digerir esta breve victoria mía y saborear en los labios sus frescos sabores. Vuelve a mí. Vuelve mi verdugo. Sin embargo le noto diferente, está lejos de mí y aun así noto algo extraño en su rostro ¿Qué es? Sus labios sujetan algo con fuerza y lucha para evitar dejarle caer al suelo pero la distancia me impide ver con claridad que es ese objeto. Ya se acerca, rápidamente como hace todas sus cosas, rápidamente como cuando come, como cuando se mueve, rápidamente como grita, como vive y como morirá. Ya está cerca, ya veo los detalles de su cuerpo de aparente fragilidad, ya veo su rostro claramente definido, lleno de sus colores brillantes que llaman la atención de las nubes. Ya veo su boca. No puede ser cierto. No Dios mío. No permitas que sea cierto ¡Por favor!


Su boca es portadora de mi sentencia. Ahora se que no me libraré de él por mucho tiempo. Se que de manera estoica tendré que sobrevivir a mi realidad y aceptar mi destino resignado.


¿Qué otra cosa puedo hacer? Solo soy la rama amargada de un árbol y esta maldita ave ha decidido hacer su nido en mí.


Ejercicios

Después de estar descansando varios días decidí ejercitarme. No, no la clase de ejercicio que a la vista me hace falta. Voy a escribir. Es verdad que siempre lo hago, pero ahora el acercamiento será diferente. Escribiré de cualquier cosa, de cualquier tema, escribiré solo por escribir, por desear hacerlo, por necesitar hacerlo. Dejaré en letras mis ideas y trataré de mostrar los que ocurre dentro de mi cabeza, empresa difícil pero divertida. Expondré de la manera más clara que pueda, más seria que tenga, más divertida que me permita, los temas que me interesan de una manera u otra.

Empecé hoy.

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