Desde los riscos del morro, uno ve a lo lejos la delgada línea de tierra que dibuja el macizo continental en la peninsula de Baja California. Han pasado casi veinte años y aun, en días como hoy, recuerdo al cerrar los ojos, la brisa marina de invierno en mis mejillas; envolviendome suavemente mientras sentado en las piedras con un block de hojas, dibujaba sin parar figuras surreallistas, quiméricas.
Estos días se parecen a los días en la isla de Cedros.
domingo, 31 de mayo de 2009
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