Como comenté en una entrada anterior, estuve en Kansas City, en el estado norteamericano de Missouri. La ciudad de las fuentes, después de Paris, clama ser la ciudad con más bulevares en todo el mundo. Ese es un dato en el que nunca había puesto atención ni me había estimulado la curiosidad. He tenido la oportunidad de estar en Francia y nunca he contado los bulevares (o si lo ponemos muy français: Boulevard), ahora, ya en Kansas City, yo ya sabía esto, sin embargo, tampoco ni la oportunidad ni las ganas de andar calle por calle contando los dichosos bulevares. En fin, algún día que no tenga grandes cosas por hacer, como hostigarle la existencia al universo, dedicaré mi energía vital en demostrar, o refutar en su defecto, la afirmación categórica que tan ufanamente proclama la ciudad de Dorita la del Mago de Oz (No hay ningún tipo de conexión entre este personaje y la famosísima botana de Lay’s que tiene forma de triangulo y mucho sabor a queso y chile jalapeño), que ahora que toco el tema, uno puede ver que en todo lugar donde vendan souvenirs (y es en casi cualquier gasolinera y en el aeropuerto) hay una sección dedicada al Mago de Oz, la novela de L. Frank Baum de la cual sale la niña de las zapatillas de rubí. Sin embargo, el libro no menciona de manera particular Kansas City, y es que al costado de Missouri está el estado de Kansas. Así que como no se indica lo contrario, pienso que se adueñan de la ciudadanía del popular cuento, que como nota adicional, fue publicado en el año 1900.
Basta ya del cuento, y pasemos a la ciudad. Mi impresión fue muy similar a la que tuve en mi primera visita a Pittsburgh. Pienso que todas las ciudades del centro-este son muy parecidas: Amplios campos sembrados, con bosques verdes, colinas pintorescas, ríos calmos que atraviesan el centro de la ciudad y sirven de marco para los restaurantes, las tiendas, los estadios deportivos. Kansas tiene en su arquitectura una mezcla muy interesante, puede observarse los ladrillos, muy al estilo del Chicago, de fachadas clásicas de los 20s o 30s, entremezclada con arquitectura contemporánea muy moderna. Se ve que la vida en general es buena. Hay muchas atracciones para mantenerlo a uno entretenido si se está de vacaciones por allá. No faltan los museos, de los cuales destaca el de la Primer Guerra Mundial, los parques, los restaurantes, los centros comerciales, el ecoturismo y una lista que parece no tener fin.
Los tornados tienen su papel protagónico central en esta parte de Estados Unidos, Kansas no es la excepción. En los aeropuertos en los hoteles pude ver los letreros que indicaban la ubicación de los refugios para tornados (tornado shelters). D urante mi estadía allá, en las noticias vi que por el sur de la ciudad un tornado ocasionó daños a las propiedades de algunas personas. Afortunadamente no fui testigo presencial de nada parecido. A los tornados prefiero verles por televisión arrastrando vacas.
Fue un viaje corto y rápido.
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